martes, 8 de agosto de 2023

Señorita Angélica.

 

        Es difícil traer al presente recuerdos de cosas que pasaron hace muchos, muchos años atrás. Creo que de tanto contarlos, éstos, se van distorsionando. Nunca se cuentan de la misma manera, se agregan o se omiten cosas.

        Hacía poco tiempo que nos habíamos mudado. Entre otras cosas, tuvimos que cambiar de escuela. Hoy sé, que las mudanzas son muy traumáticas, afectan mucho; pero en ese momento de mi vida no sabía nada de todo eso. Pero sé que algo pasó en mí. Fue, creo yo, el detonante para pensar.

Mi primer día de clase en la nueva escuela. El nerviosismo de la noche anterior se hizo notar. Me costó levantarme. Me dormí muy tarde pensando cómo sería.

Mamá nos preparó para el desayuno, mate cocido y pan con manteca, nos puso como regalo un poco de azúcar en el pan. Mis hermanos mayores ya habían terminado el primario. Mie hermanita y yo íbamos a ir a esa escuela. Mi mamá estuvo planchando hasta tarde, tenía una plancha que calentaba en el calentador. Con eso, recuerdo que no teníamos cocina, solo un fogón a carbón o leña.

Era linda mi mamá. Alta, delgada, con una sonrisa hermosa. Ella trabajaba en una casa de familia en el centro. Ese día nos acompañó hasta un puente de la avenida 72 que lo llamaban pasarela, construido para que las personas que vivíamos del otro lado de las vías, pudiéramos pasar sin correr riesgos y los niños llegar a la escuela. Así llamaban a los que vivíamos en ese lugar: “Los del otro lado de la vía”.

Todo era nuevo. Me dio mucho miedo subir los escalones de ese puente. Por mucho tiempo me dieron mareos cuando caminaba por ahí arriba, viendo los autos pasar por debajo. Allí nos despidió mi mamá diciéndonos: “Sigan a los otros chicos”. Ella tomaría el micro para ir a su trabajo. Tomé a mi hermanita muy fuerte de la mano y hubo un nuevo comienzo. El puente tenía casi…. No sé…. Una cuadra y media de ahora. Los chicos corrían. Ellos ya estaban acostumbrados.

Al bajar teníamos que recorrer la estación provincial y salir a la calle 18 que es donde queda la escuela.

La estación es la que ahora llaman, “Vieja Estación”. El ir y venir de los trenes de carga que llegaban de otro lugar me impresionaba. Los estibadores a pecho descubierto, subían y bajaban bolsas con distintos granos, semillas, leña, carbón que trasladaban a distintos lugares de la provincia. Todo eso me aturdía, pero teníamos que llegar a la escuela.

Llegamos. Los niños en el patio, cantaban “Aurora”. La directora nos dijo que esperáramos en la dirección; pronto vendrán sus maestras a buscarlas. Pasado un rato se abrió una puerta, y aparecieron dos maestras muy sonrientes que preguntaron nuestro nombre y otras cosas.

Mie hermanita salió de la mano de su maestra, sin antes poder decirle que me esperara al salir, que nuestra hermana mayor vendría a buscarnos.

Ella me miró. Era hermosa. Rubia, muy menuda. Su blancura se confundía con el blanco de su delantal, y dijo: “Yo soy Angélica Coccucio, tu nueva maestra.”

El tiempo que pase con mi nueva maestra fue inolvidable. Una de las personas que más me marcó en mi vida. Creo que sin ella, mi camino hubiera sido diferente. Me enseño que en la vida nada es fácil. Que todo es sacrificio. Que nadie da nada por nada. Que hay que luchar por los sueños. Que todos tenemos derecho a soñar, a no dejar que te los roben. A hacer valer mis derechos.

Claro está que todo eso lo comprendí, ya pasado los años. Fue muy fuerte su presencia en mí. En una oportunidad, hubo un concurso en la escuela. Quinto y sexto grado tenían que escribir una redacción. Todos participaron. Recuerdo que cuando me nombraron, la emoción fue muy grande. También nombraron a la hija de la directora. Un empate dijeron.

Mi maestra y la maestra de la hija de la directora, leerían las redacciones. Por los aplausos, se decía que había ganado la hija de la directora.

        Vi a mi maestra bajar del escenario. Su rostro estaba triste. Corrí hacia ella y la abracé fuerte.

        No se preocupe, yo nunca voy a dejar que me roben los sueños, le dije. Ella respondió: tené la plena seguridad de que ganaste, sos la mejor.

        Creo que desde entonces empecé a escribir.

        Ya siendo adulta, recordé ese episodio. Muchas cosas habían pasado. La vida paso. No pude terminar el secundario en ese entonces, ya siendo abuela de tres hermosos nietos decidí terminar mis estudios.

        Fui a un plan “Fines”, me recibí. Pero eso era poco. Mi sueño siempre fue, ir a la facultad. No dejes que te roben los sueños recordé, y me anote en periodismo. Fui casi un año, pero no por nada, todo se hace a su edad. Me sentí feliz.

        Realicé muchas cosas, cumplí mis sueños; pero siempre acompañada por sus consejos.

        Siempre en mi corazón Señorita Angélica Coccucio, mi maestra de sexto grado.

ENTORNO.

             Mañana tibia, cielo luminoso, radiante luz.

Preparo el mate, acomodo mis cosas, unas ricas tostadas recién hechas. Hay una brisa suave, agradable, sin olvidar que tenemos un verano muy caluroso; atípico, dicen los que saben.

Día a día veo que la tierra se va agrietando, hay mucha sequía, las plantas lo sufren, contra la Naturaleza no se puede. El ritmo es otro, las aves van cambiando, alterando sus costumbres, lentamente se acercan, buscando los desagües de la pileta y también de la casa.

El problema es grave, pero no deja de ser hermoso estar rodeada de tanta vida. Loros, palomas, garzas, teros, cardenales y tantas otras especies. Las más grandes también se acercan: caranchos, cigüeñas, garzas blancas y también chajá. Estoy dentro de un paisaje multicolor, soy una más de los seres que habitan este lugar.

Días atrás se interrumpió la calma, una bandada de teros rompió el silencio, un ser caminaba sigiloso por el campo, buscando sus nidos. Allí estaban los huevos que ellos cuidan con mucho celo. Era un zorro gris, de pecho rojo que iba tras el alimento, ya que en su hábitat, el humedal, todo se ha secado. El intento fue en vano, y el zorro desistió.

El arroyo está seco, el hábitat se altera, y emigran hacia la ciudad.

Antes de comenzar con el mate, voy a poner la manguera a las pocas aromáticas que van sobreviviendo. Hace un tiempo, tenía unas plantas de tomates hermosas. Los frutos eran grandes y carnosos. Pero día a día, perdían sus frutos. Me llamaba la atención que, de un día para el otro, estos desparecían. O algunos estaban mordidos por un animal. Sin saber cuál era el motivo comencé a levantarme temprano, por si veía algo. No eran caracoles, ni tampoco hormigas.

Caminaba recorriendo el sembrado cuando de repente veo unos ojos enormes que me miran fijo. En su boca tenía uno de mis hermosos tomates. De golpe, corrió cerca de mí moviendo su cuerpo y su cola como un látigo. No supe qué hacer. Me quedé mirándolo como se perdía por la zanja de donde beben las vacas. Era un lagarto overo. Nunca lo había visto antes, sabía que existían, pero en el humedal. Salió de la nada, su color similar a la tierra, digo yo. Medía casi un metro. Me impresionó mucho, quizá él también se asustó de mí.

Si yo le cuento a la gente, que desde el patio de mi casa puedo ver la naturaleza en todo su esplendor, se reirían de mí, seguramente. Sabe Dios qué dirían.

Serpientes bien grandecitas, cigüeñas, garzas blancas, loros, palomas, caranchos, vacas, ovejas, cardenales, y muchas especies más; están a mi alrededor, vivo y convivo dentro de ese marco. Convivo porque dentro de mis posibilidades, les compro alimentos para calmar su hambre, y les proveo de hambre para calmar su sed.

Hoy va a hacer muchísimo calor. El mate está rico, también las tostadas. Me siento parte de este entorno increíble. Y pensar que vivo a quince minutos de una gran ciudad.

jueves, 13 de julio de 2023

El 980 de la calle 66.

 

Al leer el periódico Juan piensa que la persona que se necesita para ese trabajo es él.

        Recorre presuroso las cuadras que lo separan del 980 de la calle 66. Cuando llega se encuentra con una casa antigua de aspecto misterioso, al golpear aparece una mujer mayor, que lo mira provocándole miedo.

        ¡Pase!, (le dice autoritaria). Solo la luz que penetra por la celosía que ilumina el lugar. Lo conduce a una sala y el ruido de la puerta al abrirse le da escalofríos. Mira a su alrededor y solo ve a alguien que sentado de espaldas parece leer un diario. Siente enormes deseos de abandonar el lugar, pero la curiosidad lo atrapa y espera.

        ¡Buenos días! (dice decidido). Nadie responde. A media voz continúa diciendo, “creo que puedo ser la persona que usted está buscando”. Nadie contesta.

        La mujer caminó al sillón que dio vuelta bruscamente. Juan ve, que sentado en él se encuentra el cadáver de un señor vestido de traje, camisa y zapatos que lo mira a través de los huecos de su rostro. Se asustó. Ella acercándose le acaricia el rostro, y le dice al oído “Este fue mi último jardinero. Tu y yo, no nos separaremos más.”

        Juan grita desesperadamente y nadie lo escucha. Un frio intenso corre por su cuerpo. Al abrir los ojos, vio a su madre que arrojándole un vaso de agua le dice: “Levantáte haragán, te dije que Tenes que salir a buscar trabajo”. Rápidamente se incorpora. El diario que leía, cae al piso y gritando desesperadamente dice: “¡Nó! ¡no! Eso de buscar trabajo por el diario noooooo ”.

 

viernes, 15 de julio de 2016

Cielo y Tierra


            Copos rosas grises y celestes, inundan el cielo después de la lluvia. El arco iris asoma tímidamente. La calma ha llegado. Los pájaros vuelan. Las gotas de agua iluminan los árboles, y al descender forman hilos de plata cayendo sobre la tierra húmeda.

            Mi mirada se pierde en la lejanía. La emoción es inmensa, estoy allí parada en mi vértice. En el lugar exacto de mi existencia. Con los pies en la tierra y mi alma flotando en esta paleta de colores que me da la naturaleza. Me siento bien. Estoy en un momento sublime, donde quería estar. Entre el cielo y la tierra.

Lujuria


            Los sentimientos aparecen lujuriosamente, en día domingo. Enfrentando mis miedos. Miedos atrevidos, sensibles, sin olvido, que en el andar se revuelcan en sábanas que saben de amor en todos sus colores.
            No quiero equivocarme, ni arruinar lo bello que por un camino incierto, pero elegido, respira aromas de felicidad. Me acompaño con el mate.
            Afuera el sol brilla, los chicos corren gritando detrás de una pelota. El vecino, escucha música y el sonido traspasa las paredes. La familia reunida para comer, hablan sin entenderse. Es domingo, lujurioso bochinche que me sofoca, día interminable como siempre. Fiel y silencioso, el mate me sigue acompañando.

“En el cerúleo de este cielo sin fronteras,
descansa mi mirada.
Bien puede ser el mar y es firmamento,
donde las golondrinas con sus alas desplegadas
semejan a los botes que van llegando a puerto.
Retornan por la tarde repletos de alimentos.
Podría ser el mar………
……… y es firmamento.”

            La poesía me acompaña, me invita a pasar este domingo. La tarde va cayendo, pronto este día se irá y seré libre.
            La lujuria pasará a ser paz, por seis días. No tolero el domingo. La vida es extraña y la soledad es lujuriosamente hermosa.
Mate, amigo, descansemos hasta la próxima poesía.



martes, 28 de junio de 2016

El tigre Racedo.

Buenos Aires,
Barrio de La Boca,
año 1918.

            -¿Qué hora es? Dijo refregándose la cara, con el pelo revuelto, mareado y medio enclenque. Se dio vuelta y abandonó la cama de un salto. Al querer prender un cigarrillo, tiró la botella vacía que en la mesa de luz descansaba. La caña y otras hierbas habían hecho estragos. De reojo miró a la percanta que plácidamente descansaba. ¡Levantate che! (grito) –Tenes que ir a laburar. La joven se levantó de un salto y vistiéndose rápidamente, salió del conventillo.
-El malevo es muy malo, el mismísimo demonio (le dijo el gringo que temprano en el patio ya mateaba). La muchacha sin decir nada, se fue rapidito hacia la fábrica.
            La fama de guapo de este hombre, recorría la Boca y otros barrios. Nadie se animaba a molestarlo. Se tejían leyendas que aumentaban su fama de cruel y sanguinario, se decía que nadie manejaba el cuchillo con tanta destreza. Su pinta de compadrito lo pintaba de cuerpo entero. El pelo lacio, renegrido y brillosamente engominado. El sombrero descansándole en la cara. De mirada siniestra y en la boca una sonrisa irónica. Con la brasa del cigarrillo casi quemándole los labios. Usaba la camisa arremangada, el pañuelo blanco anudado en el cuello y los tiradores sueltos sobre el pantalón. En cuanta trifulca había, él estaba. Se ufanaba de sus bravuconadas. Mientras la sangre corría como un rio el “Malevo Rasedo” disfrutaba.
            La muchacha comenzó a llegar más tarde. El guapo despacito, tomándose un mate, le preguntaba: ¿Qué pasa, porque llegas tarde? Ella no contestaba. Y mirándola de arriba abajo le decía: - Está bien, aquí no ha pasado nada.

            Un día la vio salir de la fábrica, de la mano de un pálido gringo. Se acercó rápidamente y de un salto ya estaba al lado. Sus pechos se juntaron, sacando su facón le gritó. ¡Traidora!. En el mismo momento se escuchó un disparo. Cayó el guapo sobre el pavimento, con la camisa blanca ensangrentada. Cuentan que esa noche el conventillo se vistió de fiesta para celebrar. Porque un gringo sin historia ni leyenda, lo había madrugado  

Vendemiaire.


Las hojas caídas se arremolinan.
En su danza ondulante, el viento las arroja lejos.
Una alfombra dorada con destellos rojos,
forma senderos multicolores.

El árbol que otrora luciera majestuoso,
albergando vida con nidos de gorriones,
va quedando desnudo, al ritmo del otoño,
que avanza con su helada brisa.

Cuantas hojas secas
como seca está mi alma,
que quedó deambulando
por senderos inciertos, acumulando colores de hojarascas.

Mis pasos dejan huellas sobre la vereda.
Marcado así el camino que me lleva al invierno

martes, 9 de febrero de 2016

Soñándote.

Tienes la luz del sol,
y el nácar de la luna.
La ternura de un niño.
la pureza de un ángel.

Me despierto en las noches,
deseando tenerte;
me muerdo lo labios,
deseando besarte.

Te buscan mis ojos, 
mi pecho se agita.
El corazón late;
mi pasión no cede.

¿Llegará aquel momento
que tortura mi mente?.
¿Podré yo algún día tenerte?
.... ¿y no perderte?

viernes, 5 de febrero de 2016

Distantes


Solo quiero una cosa,
Que hablemos sin peleas ni nada…
Solo quiero tenerte aquí a mi lado, acariciarte y besarte.

Solo con la mirada.

martes, 22 de septiembre de 2015

Las Fotos perdidas. (Inundación de 2013)



            Nostalgia de un pasado, de cosas compartidas. Recuerdos de una vida, que no regresarán. Caritas pisoteadas de hijos y de nietos, perdidas en el barro de la fatalidad. Yo con vestido blanco, vos con un traje oscuro, saliendo de la iglesia, ¡con que felicidad!
            Se me van de las manos, el agua se las lleva. Camino en agua y barro, no las puedo alcanzar…

            Todo se fue tan rápido, ya no tengo pasado. El presente es incierto. El futuro… ¡que mas da!

¿Por qué?

TENDRIA QUE VIVIR MIL VIDAS,
PARA PODER ENTENDERTE
NAVEGAR MARES Y RÍOS,
RECORRER SENDAS Y MONTES.
YO ME PIERDO EN TU MIRADA,
TAN LEJANA TAN DISTANTE
SIN SIQUIERA COMPRENDER

POR QUE DEJASTE DE AMARME.

Abrazo de la naturaleza.

Salimos de la cabaña sabiendo que en dos horas comenzaría a aclarar, a medida que avanzamos comienzo a sentir en mi cuerpo el cálido abrazo del sol, mi piel lo recibe con agrado, siento como si de golpe quisiera olvidar el gélido período que hemos recorrido, ésta demostración de protección se torna maternal  y me regocijo en ella, la luminosidad del día, hasta enceguecer mis ojos, no hay nubes, el cielo tan diáfano recibe a su Rey con todos los honores, parece decirle ilumina sol, yo te ofrezco toda mi inmensidad para que te luzcas, con tu presencian la semilla explotaré, los árboles se cubrieron de hojas, trayendo consigo los frutos benditos, las flores llegaran de mil colores, como si fuera la paleta del pintor, deseoso de plasmar en su cuadro, ese despliegue de  sensaciones maravillosas, el universo todo entrará en movimiento , como queriendo dejar detrás de si la inactividad del estío, mi mente se alborota, sé que en otros lugares esto no sucederá pero bueno por aquí será así.
Los deshielos harán que los ríos tomen nuevos bríos, y en su danza ondulante recorrerán la campiña dejando a su poso, olivares repletos de frutos y viñedos reverdecidos, los sarmientos nuevos traídos de lejanos lugares, nos darán el placer de saborear frutos nuevos.
Mi corazón late al ver la alameda brotada, un árbol al lado del otro bordeando el camino. Me imagino al general de la patria marchando rumbo a la gran epopeya, pisando este suelo, recorriendo sus senderos.

Empieza a divisar algunos turistas, que boquiabiertos admiraban el paisaje, cuanto despliegue de vida, comienza el movimiento, el motor está en marcha es cuestión de que andemos. 

Sin título.


Tus manos recorren sus líneas sensuales
Haces que suene fuerte
Su gemido largo,
La acaricias, la abrazas
La mimas, la recorres
La acurrucas sobre tu corazón.
“Madera que gime
madera que late”
dice la canción.
Tu guitarra amigo
Es todo tu amor.

La Vida.



Por los polvorientos senderos de mi vida
Se desliza el carruaje de mis emociones.

Transportando en su interior:
Alegrías,
                Amores,
                                    Tristezas.

Quimeras no vividas
                                                                Recuerdos….
Solo recuerdos……


Nilda Torrico

Taller de Patricia Cotto

Hombre Niño.


                                   Jangadas cargadas de yerba y de trigo
                                   Recorren las aguas de aquel bravo río.
                                   Colores brumosos, naranjas, dorados
                                   Son dulces recuerdos, ya casi olvidados.

                                     Versos y poemas, amores, canciones,
                                     Las aguas del río reflejan, colores.
                                     Río nostalgioso, río de recuerdos,
                                     Río de guitarras que lloran amores.

                                     Amores del alma, recuerdos, canciones…
                                     Momentos felices, desbordan amores.
                                     Amores de un hombre que lleva guardado
                                     Cariños de abuela ya nunca olvidados.

                                     Hoy quiero volverte a ver oh río de mis recuerdos.
                                     Para poderte mostrar, este amor que hoy yo tengo.

                                     Hoy quiero volverte a ver oh río de mis recuerdos.

                                     Para poderte mostrar, este amor que hoy yo tengo

A lo largo de la vida.

A lo largo de la vida ,vamos acumulando muchas cosas, penas,  alegrías, tristezas, nostalgias,  amores , momentos que un día fueron todo en nuestra vida .hoy por distintos  motivos ,tan solo son recuerdos  .Como desgastan nuestro ser todas esas cosas .¿Para que recordar  lo que tanto daño nos hace .El cuerpo se cansa y quedamos sin fuerza .quiero tratar de no mirar para atrás ,si me amaron o ame ,que el recuerdo no sea triste quiero ponerlo en el lugar más bello de mi ser  tratare de reinventarme una nueva vida ,quiero tener sueños y esperanzas nuevas, quiero tener un futuro mejor ,nuevas experiencias  , lindas o tristes ,no sé ,lo que si se  ,que con ellas comenzare a recorrer nuevos senderos y volveré a llenar el vacío de mi vida . Tratare de no llorar las tristezas de los sueños rotos, ventilare mi  corazón, y dejare que viento  se lleve  las penas del alma.  

Tierra Herida

                              Sangre que recorre el cauce de la tierra herida,
                              Hendidura  incurable del oscuro suelo,
                              Tierra, polvo, barro, nada
                              Suplica implacable de los infieles
                              Macabro aviso, la muerte llega
                              Y el aborigen, cabeza gacha
                              Recorre el desierto
                              Con dolor en el alma


Poemas

Esperanza:

Las heridas del cuerpo
siempre dejan huellas,
las heridas del alma
no se ven, se sufren,
te duelen, te destruyen
pero las recompones
y vuelves a vivir.

Nocturno:

De estrella en estrella salto
hasta llegar a la luna
voy dejando recuerdos
transitando así el pasado.

Dentro de la luna está
eso que yo estoy buscando
volver a verte otra vez
y sentirte aquí a mi lado.


Luna, lunita

no me quites ese anhelo
que no te esconda esa nube
no dejes de encender el cielo.



Tarde de verano

Tomados de la mano
bajo un cielo de rojos y violetas.
¿En qué momento te fuiste sol
llevándote la tarde contigo?
¿Es que no quieres encontrarte con la luna?
Tenue resplandor
agonía opresiva
la tarde se extinguió,
sin darnos cuenta.


Encuentros

Los encuentros fugaces ocultos,
las noches en vela,
esperando el momento
de tu piel en mi piel,
las horas van pasando
y tu boca no llega
mis manos se entrelazan
y estallo de placer.



Idas y vueltas

Siempre me estoy yendo
pero esta vez creo,
que todavía no me voy
porque te he visto
y he visto el cielo.


Sonríe

Sonríeme amor
de tu sonrisa depende mi alegría
mi corazón adormecido
despierta cuando tu boca
hace que lluevan flores a mi alrededor
Sonríeme vida mía.


Pensamiento

Recorro el sendero,
las piedras se bañan
en el mar de mis lágrimas
me refugio a la sombra
de la nube curiosa
me despeina el sonido del viento
la tarde cae lenta sobre el universo
como lentos son mis pensamientos.



Hombre niño

Jangadas cargadas
de yerba y de trigo,
recorren las aguas
de aquél bravo río,
colores brumosos
naranjas, dorados
traen gratos recuerdos
ya casi olvidados
versos y poemas
amores, canciones
las aguas del río
reflejan colores.
Río nostalgioso
río de recuerdos
río de guitarras
que lloran amores,
amores del alma.
Recuerdos, canciones
abuelas y madres,
recuerdos y amores
de un hombre que lleva
un niño guardado
con luz en los ojos
el amor en el alma.


Una vez

Érase una vez,
una primavera
una playa tibia
con arena rubia
una noche blanca
un mar muy oscuro
una luna llena,
dos cuerpos desnudos.






Te miré

Te miré y quedé navegando
en el mar de tus ojos.
A la deriva de todo lo que
aquello implicaba
y anclé mi velero…
pero en tu boca.


Lejanos momentos

Cuando te recuerdo
el invierno de mi alma
se convierte en primavera
se ilumina mi ser
veo tu rostro sonriéndome
me transporto a aquellos lugares
que recorrimos
pero tú no estás
ya no estamos juntos
¿Qué nuevos senderos
recorren tus pasos?
¿En qué lejana tierra
sembrarás tus besos?
¿Quién cosechará la siembra
de lo que un día fue mío?
¿Quién recogerá los besos
que de tus labios cayeron?


Dulce Sueño

A vos y a mí ya no nos queda nada
Solo un recuerdo de algo que paso
Hoy nuestras vidas se alejan para siempre
Rumbo a otro puerto a otro corazón
Todo fue en vano ya no nos queda nada
Solo fue un sueño que un día nos unió
Un dulce sueño de caricias y besos

El dulce sueño de aquel primer amor.

El Tigre Rasedo.

Buenos Aires, año 1918.

            -¿Qué hora es? Dijo refregándose la cara, con el pelo revuelto, mareado y medio enclenque. Se dio vuelta y abandonó la cama. Al querer prender un cigarrillo, tiró la botella vacía que en la mesa de luz descansaba. La caña y otras hierbas habían hecho estragos. De reojo miró a la percanta que plácidamente descansaba. ¡Levantate che! (grito) –Tenes que ir a laburar. La joven se levantó de un salto y vistiéndose rápidamente, salió del conventillo.
-El malevo es muy malo, el mismísimo demonio (le dijo el gringo que temprano en el patio ya mateaba). La muchacha sin decir nada, se fue rapidito hacia la fábrica.
            La fama de guapo de este hombre, recorría la Boca y otros barrios. Nadie se animaba a molestarlo. Se tejían leyendas que aumentaban su fama de cruel y sanguinario, se decía que nadie manejaba el cuchillo con tanta destreza. Su pinta de compadrito lo pintaba de cuerpo entero. El pelo lacio, renegrido y brillosamente engominado. El sombrero descansándole en la cara. De mirada siniestra y en la boca una sonrisa irónica. Con la brasa del cigarrillo casi quemándole los labios. Usaba la camisa arremangada, el pañuelo blanco anudado en el cuello y los tiradores sueltos sobre el pantalón. En cuanta trifulca había, él estaba. Se ufanaba de sus bravuconadas. Mientras la sangre corría como un rio el “Malevo Rasedo” disfrutaba.
            La muchacha comenzó a llegar más tarde. El guapo despacito, tomándose un mate, le preguntaba: ¿Qué pasa, porque llegas tarde? Ella no contestaba. Y mirándola de arriba abajo le decía: - Está bien, aquí no ha pasado nada.

            Un día la vio salir de la fábrica, de la mano de un pálido gringo. Se acercó rápidamente y de un salto ya estaba al lado. Sus pechos se juntaron, sacando su facón le gritó. ¡Traidora!. En el mismo momento se escuchó un disparo. Callo el guapo sobre el pavimento, con la camisa blanca ensangrentada. Cuentan que esa noche el conventillo se vistió de fiesta para celebrar. Porque un gringo sin historia ni leyenda, lo había madrugado  

La Metamorfosis de Eduardo

        Hacer que la vida sea luminosa y que los caminos que tenemos que recorrer exploten de felicidad es sumamente difícil. Por eso esta historia “es la vida”.
        Como todas las mañanas Eduardo fue el primero en levantarse, puso la pava para el mate y preparó tostadas con manteca. Cómo pasa el tiempo ya llevamos casi 5 años juntos. Creo que ese malhumor de los últimos días está pasando, quizás necesitamos unas vacaciones. 
        Me estoy bañando, el agua provoca en mí una sensación de alivio. Escucho que Eduardo me apura para el desayuno, pero todavía es temprano. Anoche no me contestó quién lo llamo tan tarde, cosas del trabajo tal vez.
        Bajo corriendo los quince escalones que me llevan a la cocina, qué linda está la casa, cuánta luz entra por la ventana. Cuánto sacrificio comprarla, cuando vuelva traeré flores para que todo esté más lindo. Eduardo lee el diario, una taza de café humeante al costado, él no toma mate, nunca se acostumbró. Qué buenmozo está y con esos bóxers es muy sexy. Ya estoy lista tomo unos mates y lo miro:
-Dale nene, que se hace tarde- me mira y responde – ¿Me puedo quedar un ratito más? Tengo fiaca. ¿No te enojás? ¿Te parece si nos encontramos a las cuatro?- Cómo decirle que no, si es tan lindo, nos besamos y salí de la casa plena de felicidad.
   -A las cuatro, cariño- me dijo, me di vuelta –A las cuatro- contesté –Que tengas un lindo día-. 
         Está un poco fresca la mañana, me pongo el saco que llevo en el brazo, me cuelgo la cartera, respiro profundamente y me dirijo al auto. -¿Dónde están las llaves?- siempre se van al fondo, cuando las busco no las encuentro. -¡Ah sí! Aquí están-. Arranco el auto, hoy voy a escuchar música, los noticieros te comen la cabeza. Creo que las cosas entre nosotros están encontrando un equilibrio, este último tiempo no ha sido muy fácil la convivencia, nos amamos. Lo vamos a superar.
        No tengo que olvidarme de ir a la verdulería, retirar la ropa del lavadero, ¡pagar los impuestos. -¡Uh! A que me olvidé las boletas, no lo puedo creer, ¡y el cheque! Qué despiste, tengo que volver el cheque tiene vencimiento. Mierda, qué  bronca, menos mal que estoy con tiempo, voy a dar la vuelta por la avenida, y vuelvo a casa. Menos mal que el tránsito está despejado. Al llegar veo que el auto del amigo de Eduardo está en la puerta de casa:
 -Qué raro- me bajo, y veo que dentro del auto no hay nadie, qué tipo raro éste, siempre lo invito a pasar y no acepta, se anuncia tocando bocina y despertando a todo el mundo. Quizás Eduardo dormía y está esperando que se duche, pobre, él que quería descansar. Maldita llave, siempre lo mismo. Bueno, aquí están. Pero este hombre está loco, cerró por dentro y dejó las llaves puestas, voy a tener que entrar por el garaje.
        Marcos nunca me cayó bien, lo conocí en aquella reunión en casa de la prima de Eduardo. Recuerdo que me miró mal, y si no le digo soy la  “mujer” de Eduardo, no se daba por enterado. Mi marido dijo que fue de mal gusto presentarme así, pero como la relación nuestra estaba maso maso, todo quedó así. Qué oscura está la cocina, cuando me fui las ventanas estaban abiertas, menos mal que el garaje y la cocina se comunican, recorro la planta baja y no veo a nadie. Miro hacia al piso de arriba donde están las habitaciones y un malestar recorre mi cuerpo. –Tengo fiaca- dijo -¿No te enojás si me quedo un ratito?-. Un sabor amargo llega a mi garganta, pero estoy loca, ¿qué me pasa?
        Subo lentamente los quince escalones que esta mañana bajé corriendo como una colegiala. Escucho voces, vienen de nuestro cuarto, también risas. Mi mente es un torbellino, el llamado de anoche  a deshora. No dijo quién llamó, ¡Por Dios! ¿Qué estoy pensando?; no, Eduardo no, no sería capaz. Tengo miedo, ¿Por qué decidí volver a casa? Yo estaba feliz, no debí hacerlo. Lo que sea que esté pasando allí tengo que saberlo, mi subconsciente me está jugando una mala pasada, me estoy comportando como una exagerada.
         Yo volví por los impuestos, todo es tan confuso, esto no es normal, Marcos tendría que estar en el auto esperándolo, no aquí, en nuestro dormitorio, pienso: -Me quedo otro ratito- dijo, ¡No! ¡No!. Estoy furiosa, tengo que saber qué está haciendo este hombre.
   “Mi mejor amigo” dijo Eduardo cuando lo presentó después de que yo le digiera “Soy la mujer de”. Cuánta información viene a mi mente. Tengo mi mano en el picaporte, la puerta se abre lentamente, me muerdo los labios, respiro profundamente. Creo que hasta me estoy sintiendo culpable por lo que estoy haciendo, pero ya no, de esto no hay retorno.
         Es imposible que esto sea real, el corazón se me sale del pecho.
-¡Eduardo! ¿Qué significa esto?- Mi voz ni se escucha, ellos fundidos en su pasión, sus cuerpos desnudos, sudados, ardientes; sus bocas unidas en un beso de amor. Tengo ganas de vomitar. Estoy sin aliento.
   Eduardo se aparta de Marcos, salta de la cama, trata de acercarse, estira las manos, para agarrar las mías. Yo abro los ojos cuando oigo que dice:
-Por favor, escúchame, déjame explicarte- Lo empujo, cae sobre la cama, vuelve a erguirse y me mira con profundo dolor. El olor de su cuerpo me repugna, lo único que pude decir antes de salir corriendo fue:
-Debí haberte llamado antes de regresar-.
-¡No, Ana, no!- Escuché detrás de mí –No me dejes, por favor, no me dejes-, el dolor se reflejaba en su cara. Eso fue lo último que escuche de Eduardo. Todo fue tan confuso.
   La tarde está fría, cruzo la plaza, siempre es igual, cuándo el reloj de la iglesia da las cuatro, escucho su voz que me dice –Hasta las cuatro, cariño-. Cuántas cosas pueden pasar en un mínimo de tiempo. O quizás ¿Cuánto tiempo le llevo Eduardo ser el amante de Marcos? Esto es la vida, y como ella es el aeropuerto de nuestras sensaciones, debemos aprender a volar nuestros propios avioncitos.


martes, 16 de junio de 2015

Sueño Fingido.

Los esposos duermen espalda con espalda cerrando los ojos, fingiendo dormir,
aprietan los labios mintiendo mil dolores. La noche se hace eterna, sinfonía sin fin.
Soñando con amantes, así pasan las horas. Con broncas reprimidas magullan mil reproches.
El amor ya se ha muerto, se fue por la ventana buscando todo aquello, que los haga vivir. Ya no tiene retorno. Ese amor ya no vuelve, murió aquella noche que se dieron la espalda, y apretaron los ojos fingiendo así dormir.


lunes, 1 de junio de 2015

Despojos



A la basura van los desechos del día. Las cosas que no sirven. Las pruebas de un crimen. Los hijos no deseados, depositados en un envoltorio de plástico. Todos arrojados a la profundidad de una negra bolsa.
¿Cuál es realmente la basura?
¿Ésta que describo?
¿O aquella que guardo con vergüenza, en la oscuridad de mi mente y alma?.



Verano Francés.



Hace calor, la calle duerme la siesta.
Los gorriones se acicalan en un festín de tierra aleteando el polvo, dando un concierto de trinos a la naturaleza.

En éste abúlico Messidor, me suda la nariz. No soporto la siesta. 

miércoles, 20 de mayo de 2015

UNA COMA, NINGÚN PUNTO (Una historia de amor).

     Esta es una historia, como tantas historias, donde seres ya cansados de vivir desean apostar nuevamente a la vida.

     Ella es Nelly, una mujer de sesenta años, periodista con estilo propio. Trabaja en una revista sobre temas de poco interés; casada precisamente con el dueño de la empresa, un caballero que lleva doble vida, y no está enamorado, pero siempre le dio un buen pasar. Hasta ese momento no le importaba mucho que su dignidad de mujer estuviera por el suelo y soportaba esos amoríos fingiendo ser feliz.

     Llevaba sus años muy bien: rubia, alta, cuerpo estilizado, hermosos ojos azules, muy atractiva, sin hijos, pasaba sus días escribiendo artículos menores. A menudo realizaba viajes cortos, leía mucho y era asidua concurrente a eventos de trabajo, conferencias, muestras de arte. Pero nada de esto hacía que Nelly olvidara la soledad en la que estaba sumergida, si bien ella sabía que ya no estaba enamorada de su esposo.

     Cierto día  en uno de esos eventos conoció a Evangelina, una médica pediatra que venía de otro lugar a dar una conferencia. Era una mujer de cincuenta y ocho años, alta, delgada, de largos cabellos negros que le caían sobre los hombros, de apariencia muy seria y refinada, de modales fuertes y seguros.

      Saludó a Nelly y a otras personas que allí estaban; algo quedó en ese saludo en el que Nelly sintió la suavidad y firmeza de sus manos.

      Volvieron a encontrarse en el brindis, -La conferencia fue muy exitosa- comentó Nelly, y allí comenzó una charla que duró buen tiempo. Ambas se hicieron muy amigas, salían, viajaban. Fue junto a Evangelina donde Nelly descubrió qué poco conocía de la vida, y por sobre todo se dio cuenta que nada sabía del amor.

     Cierto día, Evangelina inquieta, inteligente, madura, le propuso a Nelly realizar un viaje recorriendo el norte del país en moto. Amante  y conocedora de este transporte, convenció a Nelly que, entusiasmada aceptó gustosa.

      Y así, un día de primavera emprendieron la aventura. Recorrieron muchos kilómetros aquí y allá, todo era bello y deslumbraba a las amigas, pero Nelly sufrió una descompensación, un bajón de presión; la noche anterior habían bebido y bailado hasta el amanecer en un bar del pueblo vecino.

    -En el próximo lugar que encontremos nos detendremos- dijo Evangelina,- dormiremos unas horas y por la tarde retomaremos el viaje. –Sí- contestó Nelly, -me parece bien-.

    Al dar vuelta en una curva del camino, se encontraron con una posada humilde, pero aparentemente confortable. -Para llegar al pueblo falta mucho- dijo Evangelina, -si querés paramos aquí y vemos qué nos ofrecen. –Perfecto- respondió Nelly.

    A medida que se acercaron vieron un enorme cartel que decía: ”Acapulco  Hotel”. Se miraron y al unísono estallaron en una carcajada. -¿Qué tal?, llegamos a Acapulco… de aquí en más a imaginarnos que estamos allí, rodeadas de palmeras con una mar azul de blanca espuma y cocos en las manos”  mientras reían como adolescentes.

    Una mujer mayor salió a recibirlas.
   -En qué podría ayudarlas ?– preguntó.
  -Necesitamos descansar un poco- dijo Evangelina-hoy el viaje se nos hizo pesado-.
   -Sí –dijo la señora,-puede ser, se avecina una tormenta que para esta época del año suele ser muy peligrosa-.
   -Pero el día es hermoso- dijo Nelly, -no hay una nube-.
   -Sí, como usted dice-exclamó la señora- pero el clima del valle es muy raro y esas cosas pasan a menudo, pero en fin…les preparo algo de comer mientras ustedes se refrescan-.

    Y eso hicieron. Rieron cuando cada una por turno, tuvo que sacar agua de una bomba de mano, llenar un gran cántaro y allí refrescarse. Todo era motivo de festejo, hasta se salpicaban con esas gotitas de agua tan fresca y corrían alrededor de la fuente. Se sentaron bajo unos álamos frondosos. “Imaginemos que son palmeras”. Las reposeras estaban dispersas por el patio.

    -Acapulco- dijo Evangelina-un lugar en nuestras vidas-.

    Cuando la mujer las llamó a comer, las amigas estaban mirándose a los ojos, con una mirada profunda. Fue Evangelina la que habló, una Evangelina auténtica, madura, segura de lo que decía. “Hay lugares que predisponen a que salga de nosotros lo mejor o lo peor de nuestras emociones, este lugar es especial, quiero que me des tu aprobación o tu olvido. Esta que te habla soy yo, este es mi mundo, mi naturaleza y no tengo razón para seguir ocultándolo, como te dije quiero que me des tu aprobación o tu olvido, soy lo que soy y te amo…tenemos una sóla vida, para qué desperdiciarla. Yo soy lo que soy”.

   Nelly no se sorprendió con las palabras de Evangelina; se levantó y tomándola de la mano dijo:-Yo lo presentí el día en que te conocí-.

   Se miraron con dulzura, ordenaron una habitación y tal cual dijo la mujer que las atendió, el cielo se oscureció como queriendo preservar el encuentro, y una lluvia feroz se desató en el lugar.

   “Cruzaremos el límite de lo prohibido, no es una historia más, esto jamás se podrá borrar de nuestras vidas. ¿Cuántos secretos puede guardar un lugar?”.

   Al llegar a la habitación, el amor estalló: caricias, besos, abrazos, miradas que no mienten, fantasías sexuales que muchas veces perturbaban la mente de Nelly se hicieron realidad.

   -Quiero bajarte la luna y en ella llevarte hasta las nubes- decía Evangelina, -tus manos húmedas sobre las mías, el olor de tu piel tan deseada. Tus pechos agitados de placer junto a los míos, se alborotan los pájaros de mis sensaciones y vuelan de emoción haciendo brotar lágrimas de felicidad, arden mis manos en las caricias, el tiempo no regresa , pero te amo y siempre estarás conmigo-.

   - Dejémonos llevar por este huracán de pasiones, mi mente y mi razón no están en mis sentidos- dijo Nelly-, sé que Acapulco será nuestro lugar de encuentro, esta es nuestra historia, sólo tú y yo-.

   Evangelina mirando profundamente a Nelly, con lágrimas en los ojos dijo:-Por favor no te arrepientas, no terminemos esto, yo te amo-.

   “No mi amor, no le pondré punto final a este amor, yo también te amo. A lo sumo, le pondré una coma”.
  
  


   

lunes, 26 de enero de 2015

Pensamientos

Recorro el sendero,
las piedras se bañan en el mar de mis lagrimas.
Me refugio a la sombra de la nube curiosa,
me despeina el sonido del viento.

La tarde cae lenta sobre el universo,
como lentos son mis pensamientos.

Nuevos Caminos

   Cuando te recuerdo, el invierno de mi alma se convierte en primavera. Se ilumina mi ser. Veo tu rostro sonriéndome, transportándome a aquellos lugares que juntos recorrimos. Pero tu no estas. Ya no estamos juntos. Que nuevos senderos recorren tus pasos. En que lejana tierra sembraras tus besos. Quien cosechara la siembra de lo que un día fue mío. Quien recogerá los besos que de tus labios cayeron.

Brindo por tus logros. (para mi hijo Alejandro)

Siempre supe que llegarías a ser alguien importante en tu trabajo, digo en tu trabajo porque para mí eres lo más importante de mi vida.
Solo hay felicidad donde hay esfuerzo, con él todo se alcanza. Muchas felicitaciones por este éxito de tu vida, sé que todo irá bien, siempre persevera que todo tiene su recompensa. El merecimiento es justo ¿Te acordás cuántos caminos recorridos? Viajes de horas a distintos lugares, noches en vela en frigoríficos, broncas retenidas por los abusos de alguien que te llevó a algo tan importante como tu reloj, medias pegadas a la carne después de caminar repartiendo impuestos, operativos al rayo del sol sufriendo las ausencias de la familia y aquél no tan lejano viaje queriendo devorar distancias desde la costa hasta aquí, pusiste los mejores sellos. Veintisiete meses de esfuerzo desde La Plata a Tigre. Ahora estás ahí, donde te puso el destino, alcanzando la meta y redoblando la apuesta. En reconocimiento por tus logros y esfuerzos, te felicito. Soy feliz. Doy gracias a Dios por tu familia pilar de tus logros, por la vida misma que me dio el regalo de tu ser. ¡Te amo hijo, orgullosa de vos eternamente!

Fué.



Estoy buscando recuerdos
en lo profundo del alma,
momentos que hemos vivido
enamorados los dos,
al traerlos al presente
me doy cuenta, vida mía
que ya son solo recuerdos
que lo nuestro ya murió.
La vida me tuvo atado
a todos esos momentos
sin darme cuenta siquiera
todo lo que hice por vos,
pero hoy ya con los años
el alma se me libera
Y te digo, amada mía
“Lo nuestro, lo nuestro se terminó”.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Lluvia.

Las gotas de lluvia resbalan
Sobre mis labios ardientes,
Tus hábiles manos exploran
Lugares ocultos
Y me encuentro entre tus brazos

Muriendo de placer.

Del otro lado del puente.

El sol de la tarde cubre de dorado el paisaje, ella está en el jardín, la tarde es dulce y triste, la algarabía de los pájaros en los arboles dan una sensación de paz, el viento arremolina las hojas de su alrededor cubriendo sus pies como atrapándolos. El pequeño pueblo está enclavado en medio del paisaje, de verde follaje y flores silvestres, el rio que lo cruza en forma ondulante baja de la montaña como acariciándolo, al chocar el agua con las piernas del cauce forma pequeñas cascadas dándole al lugar una sensación maravillosa, parece sacado de un cuento.
Para llegar hay que cruzar el puente, este los separa de la gran ciudad. Se detuvo allí en el pasado, no buscó culpables ni responsables, lo que pasó, pasó, sabía que la culpa era compartida.
Como todos los veranos, la gente de la ciudad cruzaba el puente dispuestos a pasar gratos momentos en este hermoso lugar. Lo vio llegar rodeado de amigos, algo diferente en su cuerpo la movilizó, sintió mariposas a su alrededor, sus dieciséis años ya dejaban ver que pronto sería una hermosa mujer. Servía las mesas en la posada de sus padres, sus miradas se cruzaron y supo que a partir de ese momento, nada sería igual. El tiempo no conto, todo paso tan rápido, quiso vivir cada momento, los brazos de él la aprisionaban, la hacían sentir mujer, esos ojos verdes la enloquecieron, y murió de amor entre sus brazos.
El romance fue fugaz, duro lo que un fin de semana, se tomaron de las manos, se hicieron miles de promesas, planes y proyectos, pero todo eso quedo atrás, supo que a partir de ese momento su vida cambiaba, supo que ya no sería más la niña del flequillo y las trenzas, era una mujer que un día enloqueció por unos ojos verdes que la miraban del otro lado del salón. Lo vio cruzar el puente, se fue sin siquiera darse vuelta. La tarde cayó, nada queda de todo aquello, no hay recuerdos ni pasado, el alma y el universo en sintonía, solo historia de algo que fue, todo quedo atrás, una sensación de paz ilumina su rostro.
Fue un momento maravilloso, un noviazgo corto en el que descubrió el amor, ella no quiere que se mueran los recuerdos, por eso, cuando algunas tardes caen, ella va hacia el puente y mira…
Los años han pasado, todo ha cambiado, pero su recuerdo y su corazón siempre estarán del otro lado del puente.

Libertades fundamentales.

     Giro mi cabeza y veo el camino recorrido, me voy alejando, los inmensos muros quedan atrás, la enorme puerta de hierro se cerró dejando en el aire ese sonido a metal.
      Los años han pasado, detrás de esas paredes dejo parte de mi vida, vida que se fue gastando de tanto añorar la libertad, libertad que perdí siendo muy joven y que nunca valoré. La vida fácil, el alcohol, las drogas, me llevaron a esta situación, no conté con una familia, ni padres contenedores, no tuve nunca un plato de comida caliente ni una mamá que me diga “te amo”. No quiero justificar mis hechos pero aquí tuve mucho tiempo para pensar, libertad de pensamiento, libertad de conciencia, libertad de expresión, son dones otorgados por alguien superior como tal debo llevarlos como estandarte en mi nueva vida, debo recuperar lo perdido, el respeto humano, el pudor, la dignidad, la vergüenza, todos esos valores que hacen a una persona de bien.
      Sé que tendré que pedir ayuda, sé que estoy marcado por el estigma de la cárcel ¿Habrá alguien que quiera ayudarme? Tendré que luchar mucho, hasta pienso que va a ser muy difícil, pero lo que sí sé, que dejaré mi vida en el intento, porque lucharé hasta el último minuto para no volver a perder mi libertad.

El viejo de la plaza.

El viejo de la plaza.

Alrededor de las ocho de la mañana la ciudad comienza a tener vida, la niebla al disiparse deja al desnudo los altos edificios de la imponente city. Lugar donde empresas de renombre juegan día a día el juego del que más tiene. Sentado en el banco de piedra de la plaza él estaba allí, siempre estaba, quizás ese también era su lugar de descanso, miraba a todas aquellas personas que caminaban presurosas, elegantes mujeres con sacos de piel y tacones altos, hombres de largos sobretodos llevando en sus manos finos portafolios, bajaban de sus autos de alta gama, que luego sus choferes retiraban.
Al caer la tarde corría un viento helado, él estaba entumecido de frio, su viejo cuerpo temblaba y el castañetear de sus dientes sonaba como una triste melodía.
Quería arrancar el dolor de su vieja vida y seguir adelante para no morir, en sus manos un viejo periódico, que de tan viejo y manoseado, ya estaba amarillo. Lo miraba con amor y luego del mismo modo lo guardaba entre sus ropas, quizás abrigaba su pecho en noches de crudo invierno.
Un día, en una de esas oficinas, alguien comentó que muchos años atrás él también formó parte de esa vorágine. Pero una mala acción con su familia lo llegó a perder todo, su esposa nunca lo perdonó, separándolo de su hijo.
El licenciado Olasabal tenía en sus manos una humeante taza de café que al beberlo lo reconfortaba, el frio era intenso.
Se encontraba mirando hacia la plaza a través del inmenso ventanal desde allí llegaba a verlo mientras escuchaba a sus empleados hablar de él, escuchar y pensar fue todo uno, quería saber más dejó la taza, tomó su abrigo y por las escaleras descendió los cinco pisos que los separaban de la planta baja, pensaba -¿Qué estoy haciendo? ¿A mi qué me interesa?-, pero ya estaba cruzando la plaza, cuando llegó, se sentó a su lado, se sacó el sobretodo y poniéndolo sobre los hombros del viejo le dijo –Tome, para que se abrigue, esta noche va a ser muy cruda.- En ese momento ve en sus manos temblorosas un periódico, lo mira y ve una foto suya, la del día de su graduación. Se miraron profundamente como queriendo reconocerse, al joven se le llenaron los ojos de lágrimas y apretándolo sobre su pecho, lloró.
¿Cuántas veces pasó a su lado sin mirarlo? El crudo invierno quiso que ese día lo viera, lo miró, navegó en la profundidad de esos ojos y la verdad llego a su corazón, al que tenía en sus brazos era su padre, no tenía dudas, su corazón se lo decía a gritos.