Al leer el periódico Juan piensa que la persona
que se necesita para ese trabajo es él.
Recorre
presuroso las cuadras que lo separan del 980 de la calle 66. Cuando llega se
encuentra con una casa antigua de aspecto misterioso, al golpear aparece una
mujer mayor, que lo mira provocándole miedo.
¡Pase!,
(le dice autoritaria). Solo la luz que penetra por la celosía que ilumina el
lugar. Lo conduce a una sala y el ruido de la puerta al abrirse le da
escalofríos. Mira a su alrededor y solo ve a alguien que sentado de espaldas
parece leer un diario. Siente enormes deseos de abandonar el lugar, pero la
curiosidad lo atrapa y espera.
¡Buenos
días! (dice decidido). Nadie responde. A media voz continúa diciendo, “creo que
puedo ser la persona que usted está buscando”. Nadie contesta.
La
mujer caminó al sillón que dio vuelta bruscamente. Juan ve, que sentado en él
se encuentra el cadáver de un señor vestido de traje, camisa y zapatos que lo
mira a través de los huecos de su rostro. Se asustó. Ella acercándose le
acaricia el rostro, y le dice al oído “Este fue mi último jardinero. Tu y yo,
no nos separaremos más.”
Juan
grita desesperadamente y nadie lo escucha. Un frio intenso corre por su cuerpo.
Al abrir los ojos, vio a su madre que arrojándole un vaso de agua le dice:
“Levantáte haragán, te dije que Tenes que salir a buscar trabajo”. Rápidamente
se incorpora. El diario que leía, cae al piso y gritando desesperadamente dice:
“¡Nó! ¡no! Eso de buscar trabajo por el diario noooooo ”.
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