viernes, 15 de julio de 2016

Cielo y Tierra


            Copos rosas grises y celestes, inundan el cielo después de la lluvia. El arco iris asoma tímidamente. La calma ha llegado. Los pájaros vuelan. Las gotas de agua iluminan los árboles, y al descender forman hilos de plata cayendo sobre la tierra húmeda.

            Mi mirada se pierde en la lejanía. La emoción es inmensa, estoy allí parada en mi vértice. En el lugar exacto de mi existencia. Con los pies en la tierra y mi alma flotando en esta paleta de colores que me da la naturaleza. Me siento bien. Estoy en un momento sublime, donde quería estar. Entre el cielo y la tierra.

Lujuria


            Los sentimientos aparecen lujuriosamente, en día domingo. Enfrentando mis miedos. Miedos atrevidos, sensibles, sin olvido, que en el andar se revuelcan en sábanas que saben de amor en todos sus colores.
            No quiero equivocarme, ni arruinar lo bello que por un camino incierto, pero elegido, respira aromas de felicidad. Me acompaño con el mate.
            Afuera el sol brilla, los chicos corren gritando detrás de una pelota. El vecino, escucha música y el sonido traspasa las paredes. La familia reunida para comer, hablan sin entenderse. Es domingo, lujurioso bochinche que me sofoca, día interminable como siempre. Fiel y silencioso, el mate me sigue acompañando.

“En el cerúleo de este cielo sin fronteras,
descansa mi mirada.
Bien puede ser el mar y es firmamento,
donde las golondrinas con sus alas desplegadas
semejan a los botes que van llegando a puerto.
Retornan por la tarde repletos de alimentos.
Podría ser el mar………
……… y es firmamento.”

            La poesía me acompaña, me invita a pasar este domingo. La tarde va cayendo, pronto este día se irá y seré libre.
            La lujuria pasará a ser paz, por seis días. No tolero el domingo. La vida es extraña y la soledad es lujuriosamente hermosa.
Mate, amigo, descansemos hasta la próxima poesía.



martes, 28 de junio de 2016

El tigre Racedo.

Buenos Aires,
Barrio de La Boca,
año 1918.

            -¿Qué hora es? Dijo refregándose la cara, con el pelo revuelto, mareado y medio enclenque. Se dio vuelta y abandonó la cama de un salto. Al querer prender un cigarrillo, tiró la botella vacía que en la mesa de luz descansaba. La caña y otras hierbas habían hecho estragos. De reojo miró a la percanta que plácidamente descansaba. ¡Levantate che! (grito) –Tenes que ir a laburar. La joven se levantó de un salto y vistiéndose rápidamente, salió del conventillo.
-El malevo es muy malo, el mismísimo demonio (le dijo el gringo que temprano en el patio ya mateaba). La muchacha sin decir nada, se fue rapidito hacia la fábrica.
            La fama de guapo de este hombre, recorría la Boca y otros barrios. Nadie se animaba a molestarlo. Se tejían leyendas que aumentaban su fama de cruel y sanguinario, se decía que nadie manejaba el cuchillo con tanta destreza. Su pinta de compadrito lo pintaba de cuerpo entero. El pelo lacio, renegrido y brillosamente engominado. El sombrero descansándole en la cara. De mirada siniestra y en la boca una sonrisa irónica. Con la brasa del cigarrillo casi quemándole los labios. Usaba la camisa arremangada, el pañuelo blanco anudado en el cuello y los tiradores sueltos sobre el pantalón. En cuanta trifulca había, él estaba. Se ufanaba de sus bravuconadas. Mientras la sangre corría como un rio el “Malevo Rasedo” disfrutaba.
            La muchacha comenzó a llegar más tarde. El guapo despacito, tomándose un mate, le preguntaba: ¿Qué pasa, porque llegas tarde? Ella no contestaba. Y mirándola de arriba abajo le decía: - Está bien, aquí no ha pasado nada.

            Un día la vio salir de la fábrica, de la mano de un pálido gringo. Se acercó rápidamente y de un salto ya estaba al lado. Sus pechos se juntaron, sacando su facón le gritó. ¡Traidora!. En el mismo momento se escuchó un disparo. Cayó el guapo sobre el pavimento, con la camisa blanca ensangrentada. Cuentan que esa noche el conventillo se vistió de fiesta para celebrar. Porque un gringo sin historia ni leyenda, lo había madrugado  

Vendemiaire.


Las hojas caídas se arremolinan.
En su danza ondulante, el viento las arroja lejos.
Una alfombra dorada con destellos rojos,
forma senderos multicolores.

El árbol que otrora luciera majestuoso,
albergando vida con nidos de gorriones,
va quedando desnudo, al ritmo del otoño,
que avanza con su helada brisa.

Cuantas hojas secas
como seca está mi alma,
que quedó deambulando
por senderos inciertos, acumulando colores de hojarascas.

Mis pasos dejan huellas sobre la vereda.
Marcado así el camino que me lleva al invierno

martes, 9 de febrero de 2016

Soñándote.

Tienes la luz del sol,
y el nácar de la luna.
La ternura de un niño.
la pureza de un ángel.

Me despierto en las noches,
deseando tenerte;
me muerdo lo labios,
deseando besarte.

Te buscan mis ojos, 
mi pecho se agita.
El corazón late;
mi pasión no cede.

¿Llegará aquel momento
que tortura mi mente?.
¿Podré yo algún día tenerte?
.... ¿y no perderte?

viernes, 5 de febrero de 2016

Distantes


Solo quiero una cosa,
Que hablemos sin peleas ni nada…
Solo quiero tenerte aquí a mi lado, acariciarte y besarte.

Solo con la mirada.