martes, 22 de septiembre de 2015

Abrazo de la naturaleza.

Salimos de la cabaña sabiendo que en dos horas comenzaría a aclarar, a medida que avanzamos comienzo a sentir en mi cuerpo el cálido abrazo del sol, mi piel lo recibe con agrado, siento como si de golpe quisiera olvidar el gélido período que hemos recorrido, ésta demostración de protección se torna maternal  y me regocijo en ella, la luminosidad del día, hasta enceguecer mis ojos, no hay nubes, el cielo tan diáfano recibe a su Rey con todos los honores, parece decirle ilumina sol, yo te ofrezco toda mi inmensidad para que te luzcas, con tu presencian la semilla explotaré, los árboles se cubrieron de hojas, trayendo consigo los frutos benditos, las flores llegaran de mil colores, como si fuera la paleta del pintor, deseoso de plasmar en su cuadro, ese despliegue de  sensaciones maravillosas, el universo todo entrará en movimiento , como queriendo dejar detrás de si la inactividad del estío, mi mente se alborota, sé que en otros lugares esto no sucederá pero bueno por aquí será así.
Los deshielos harán que los ríos tomen nuevos bríos, y en su danza ondulante recorrerán la campiña dejando a su poso, olivares repletos de frutos y viñedos reverdecidos, los sarmientos nuevos traídos de lejanos lugares, nos darán el placer de saborear frutos nuevos.
Mi corazón late al ver la alameda brotada, un árbol al lado del otro bordeando el camino. Me imagino al general de la patria marchando rumbo a la gran epopeya, pisando este suelo, recorriendo sus senderos.

Empieza a divisar algunos turistas, que boquiabiertos admiraban el paisaje, cuanto despliegue de vida, comienza el movimiento, el motor está en marcha es cuestión de que andemos. 

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